Lecturas

(1 Corintios 11, 26-27):

Haced esto en memoria mía […] Cada vez que coméis de este pan y bebéis de este cáliz proclamáis la muerte del Señor hasta que vuelva.

(Jn 6, 53):

En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros.

(Jn 6, 54-56):

El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

(Mt 28, 20b):

[…] Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.

(Jn 6, 57):

Como el Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come vivirá por mí. […] Quien me come, vivirá por mí.

(Cor 11, 27-29):

Quien comiere este pan o bebiere el cáliz del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de la sangre del Señor […], porque quien le come y bebe indignamente se traga y bebe su propia condenación.

(Jn 6, 53):

Entonces Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros».

(cf. Mc 14, 24; Lc 22, 20; 1 Co 11, 25):

Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados.

(1Cor 10, 17):

Ya que hay un solo pan, todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan.